Los versos de oro (capítulo 1).

Atención a todos los lectores que accedan a este post: miren sus calendarios, miren el día en que nos encontramos. Viernes. Va a ser este día el asignado por mi hueco para dedicar un espacio a la poesía, exclusivamente a la poesía. Por eso el título. Como breve introducción a esta sección, voy a explicar en qué va a consistir exactamente.

Esta sección va a ser una recopilación de poemas de mayor o menor extensión, generalmente de lectura rápida, porque ésta es la que antes llega al corazón en la poesía, que se recogerá bajo el título de Los versos de oro. Cada capítulo incluirá un poema de un poeta diferente, dentro de todos los poetas que han andado sobre la tierra, los grandes poetas que han sido, y siempre serán, los fundadores del sentimiento. Recomendaremos poemas de diferentes temas, no tienen por qué ser amorosos todos —la poesía no sólo es amor, también el desamor es poesía—, y hablaremos de cada poeta o de cada poema. Por supuesto, se suele decir que sobre gustos no hay nada escrito, a mí me gusta más la expresión El libro de los gustos está en blanco, que viene a decir lo mismo. Es por eso que quizá algún poema que yo recomiende en esta sección no va a ser del agrado del lector, aunque se intentará que sí lo sea, pues para eso estamos aquí, para entretenernos los autores escribiendo y los lectores leyendo.

El primer poema, con el que vamos a abrir Los versos de oro, pertenece al movimiento romántico español, mejor dicho posromántico. Es un poema breve, de pocos versos, que en poco dice mucho, como es típico de su autor. Sin dar más rodeos, diremos el nombre del autor: Gustavo Adolfo Bécquer. Todos saben, o al menos la mayoría, que el sevillano destaca por sus Rimas y sus Leyendas, si bien también hay algún teatro escrito de su puño y letra. Pero como en este apartado no hablamos de teatro ni de prosa, no nos queda otra que decir que el siguiente poema es una de las tantas, y tan maravillosas cada una, rimas de su producción en verso.

Yo mismo, cuando era un lector novel de poesía, hace unos años, leí esta rima y en la pequeña cantidad de versos, con el simple hecho de pasar los ojos por ellos, asomaron a mis ojos las lágrimas. ¡Qué digo! No asomaron, saltaron en paracaídas, cayeron en mis labios y me nublaron la vista, tuve que apartar la mirada del libro que tenía entre mis manos y secarme los ojos, sostener las lágrimas en su intimidad y no dejar que volvieran a escapar para poder seguir leyendo el libro. Eso mismo le ocurría a la destinataria de esta carta escrita a la mayor brevedad posible, pero con el mayor mensaje posible, por Gustavo. Ocho versos, suficientes para hacer llorar a cualquier persona sensible, como yo mismo me considero. Creo, sinceramente, que hace falta una sensibilidad especial para leer poesía, tanta como para escribirla.

Suerte que yo, a diferencia de esa mujer a la que Bécquer le dedica su rima, sí lloré, y mucho…

Asomaba a sus ojos una lágrima
y a mis labios una frase de perdón…
habló el orgullo y se enjugó su llanto,
y la frase en mis labios expiró.

Yo voy por un camino, ella por otro;
pero al pensar en nuestro mutuo amor,
yo digo aún: “¿Por qué callé aquel día?”,
y ella dirá: “¿Por qué no lloré yo?”.

Gustavo Adolfo Bécquer, Rima XXX.

2 comentarios en «Los versos de oro (capítulo 1).»

  1. Muchas gracias, camarada. La verdad es que es una idea que tenía pensada desde hace tiempo, pero no me he decidido a recoger fuentes hasta hace poco. Espero que todo vaya bien, espero que a todos los lectores les guste.

    Saludos.

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