Libros que leí y me gustaron (Parte 4)

El infinito en la palma de la mano
Giaconda Belli (Seix Barral)
Su autora de origen nicaragüense, siempre fue muy audaz en el relato de sus novelas. En esta ultima, sin ir más lejos, relata la historia de Adán y Eva.
Este libro, que toma su titulo de unos versos de William Blake (“Guarda el infinito en la palma de tu mano / Y la eternidad en una hora”) coloca a los personajes bíblicos tras la expulsión del Paraíso. Los muestra como dos seres adultos que poseen un conocimiento filosófico y deben enfrentar un montón de situaciones nuevas, como por ejemplo, el amor y los celos.
Su narración está cargada de poesía y misterio. La novela está dedicada a las víctimas inocentes de Irak.

Los crímenes del número primo
Reyes Calderón. (Del nuevo extremo)
La autora es doctora en Economía y en Filosofía, vice decana de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Navarra y profesora en la Sorbona y el Berkeley.
Esta es la cuarta novela que edita.
En ella cuenta lo que sucede en la abadía de Salvador de Leyre se cometen varios crímenes que ponen un jaque a la cúpula eclesiástica. Entrando en acción personajes ya conocidos para los seguidores de Calderón: el inspector Iturri y la jueza MacHor. A lo largo de la investigación realizada por estos, se van cometiendo más crímenes, con lo cual se mantiene la tensión y la intriga a lo largo de toda la novela. Como su titulo lo relata, la clave esta en el numero primo 3313. Tengamos en cuenta que los números primos son considerados desde la Antigüedad los más misteriosos, puros e impredecibles de todo el lenguaje matemático.
Junto con la trama religiosa aparecen más temas colaterales, como el de la violencia domestica.

Terrorista
John Updike (Barcelona)
Este autor es uno de los más prestigiosos norteamericanos, ya cuenta con más de veinte novelas muy renombradas.
En esta ultima, sorprende a través de una ficción con algunos toques de ensayo.
Se trata de un autentico thriller en el que no hay detectives, ni investigación, ni asesinato. Esto no impide que haya una tensión constante, arraigada en la medula del entorno social que trasmite sus descargas de frustración y decepción por medio de hilos invisibles.
Esta tensión se logra elevar en el remate final. Un final sublime.

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