La ventana de Imbabura

Leyenda del Ecuador

Hace mucho tiempo cuando el mundo era recorrido por gigantes, existió en Ecuador un hombre gigante que era tan alto que su cabeza llegaba a tocar las nubes.

Una tarde, el gigante había recorrido los límites de sus tierras, ahí encontró a otros gigantes que estaban sentados en una rueda contando varias aventuras vividas y se puso a charlar con ellos.
De pronto este gigante le pregunto:
– Eh, tú, ¿Por qué no cuentas alguna aventura que hayas vivido?
– No me gusta perder tiempo en esas cosas, me dedico a cuidar muchas tierras y no quiero que nadie ande por ellas- contestó un poco enojado.
– Pues bien, cuéntanos como son las tierras que tanto te gusta cuidar- le dijo otro gigante.
– Son tierras nada más…- contestó de mala forma y sin esperar respuesta se alejó del lugar.
En realidad no sabía como eran: jamás se había detenido a mirar hacia el suelo. Siempre temía que otro gigante se apareciera en ellas y su mirada solo iba dirigida hacia los costados, tratando de descubrir al supuesto invasor.
Molesto y enojado por no tener qué contar, caminó durante toda la noche y a la mañana siguiente llego a la provincia de Imbabura.
Entonces miró hacia abajo por primera vez y descubrió que en la zona había gran cantidad de lagos y lagunas.
-¡Ya sé!- murmuró- voy a visitar este lugar para mojar mis pies en esos charcos de agua, así después podré contarlo.
Miedoso de que las aguas tuvieran profundidad, metió sus pies con mucho cuidado en el primer lago que encontró. Pero el gigante era tan alto, que el agua apenas le llegó a los tobillos.
Entonces más animado continuó mojándose en todos los lagos y lagunas que hallaba en su camino, a la tarde ya estaba convencido de que Imbabura no tenia un lugar más profundo que superase la altura de sus muslos.
De todas formas, estaba tan entusiasmado que no dejo de recorrer la zona, subió al monte de Imbabura. Ahí vio que había una pequeña superficie con agua, se acercó a ella y tranquilamente metió el pie en sus oscuras aguas.
Su sorpresa fue muy grande al ver que su pie no tocaba el fondo y que se hundía, asustado se agarró de la cima de la montaña y lo hizo con tanta fuerza que uno de sus dedos perforó la piedra de lado a lado.
Así pudo detener su caída y logro ponerse a salvo. Luego de un rato, cuando logró tranquilizarse, miro las revueltas del agua y dijo muy convencido:
-¡Esta sí que es una aventura digna de ser contada!
Y sonriendo se alejó.
En la cima del monte Imbabura, existe un gran agujero llamado ventana de Imbabura. Según la leyenda popular, se hizo cuando el gigante que por ahí deambulaba quiso salvar su vida.

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