Entrevista a Mailer Daemon (La Fábrica Editorial, 2007) o la importancia de un título (primera parte)

Daemon Mailer, por comenzar por el título y el nombre del protagonista, es el modo en el que el correo electrónico nos devuelve los envíos que no han llegado a su destino correctamente. DM es ese sistema ideal y anónimo por el que conseguir que nadie se sienta agredido por una devolución. DM parece, en sí mismo, una creación del maligno. Objetivo último en la búsqueda del protagonista. El autor nos pone frente a la realidad, esa realidad virtual que es Internet y que tanto ayuda e inquieta a sus usuarios. Comencemos dejando las cosas claras, ese programa, ese método de devolución de correos lo inventó el protagonista. Por tanto nos encontramos ante un hombre inteligente, con gran capacidad de abstracción, capaz de pensar en claves de postmodernidad, pero atenazado por una pregunta universal: ¿qué es el mal y dónde se esconde?

Chiappe no parece elegir los nombres en su novela de manera casual: Suya, Ji o mansión Plácida son algunos de los nombres parlantes que aparecen en su obra. Pero volviendo al protagonista, en él se mezclan dos palabras con sentido propio: por un lado daemon y por otro mailer. Daemon es el origen de la palabra demonio, utilizada en la religión cristiana con un carácter negativo y que serían los seguidores del diablo, ejemplo máximo del mal. Bien, en este caso el protagonista es un seguidor, un trabajador por la causa de Marc Ji, presentado desde el principio de la novela como la cabeza visible de un movimiento que, bajo la excusa de alcanzar la verdadera democracia, pretende instalar un imperio en el que los derechos de los ciudadanos se vean limitados por el bien de la sociedad. Este juego, fácil de observar en un principio, se torna más complicado al comprender que el protagonista no es un mero participante del mal, sino que lo busca e intenta identificarlo. Ahí encontramos el significado original de daemon, que en la tradición griega era considerado un espíritu bueno y que Sócrates lo identificaría como la voz de dios o la voz de la conciencia. Así nos encontramos la otra parte del personaje, el individuo que se ve empujado por su propia conciencia en la búsqueda del mal y que es capaz de vislumbrarlo en muchos de los actos humanos, aunque llega un momento en el que se plantea: ¿qué es matar: dar la orden o ejecutarla?, ¿qué es peor: la manipulación a través de la seducción o la propia violencia física? Aquí late la conciencia, el daemon del personaje que se enfrenta durante toda la novela a situaciones totalmente contradictorias.

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