Diosa de Papel (XXIV Crímen en la Iglesia)

 

    

Nora entra de prisa a su departamento dejando la puerta abierta, se dirige a la habitación de Kenny y con gran furia comienza a vaciar el guardarropa arrojando sus pertenencias por la ventana. Las ropas volaban por el viento hasta caer sobre la banqueta.

     —Ya basta de Kenny. Aún después de muerta tiene que estar presente.

     Sale corriendo sin cerrar la puerta, aborda el vehículo rojo arrancando a gran velocidad. Las lágrimas brotan de sus ojos hacia sus mejillas.

     —Soy Nora. Nadie más. Ella ya pertenece al pasado, no permitiré que me invada. Debo demostrarle al mundo de lo que soy capaz. Deben aprender que Nora es la mejor, encima de quien fue y de quien sea.

     Frente a ella se encuentra otro automóvil, debido a la gran velocidad se embisten mutuamente produciendo una coalición espectacular.

     Una total oscuridad. Nora solo alcanza a escuchar pasos de distintas personas, una voz masculina:

     —Rápido. Al quirófano. Esta mujer se nos va, está derramando mucha sangre.

     Vuelve la luz. Nora sobre una cama de hospital, una enfermera inyectaba una dosis en uno de sus tubos.

     —Señorita, ¿qué me pasa? —se queja Nora.

     —Sufrió un accidente en su automóvil.

     —¿Qué tengo, señorita? ¿Por qué no siento mis piernas?

     —Pronto vendrá el doctor y le hará saber todo lo que usted le pregunte.

     —Por favor, enfermera. ¿Qué me pasa? ¿Voy a quedar inválida? ¡Dígamelo!

     —Será una parálisis temporal. En un par de meses se repondrá.

38.

5 meses después.

     Una jovencita camina sobre la banqueta con un periódico en su mano. Sube las escaleras del edificio tocando el timbre del departamento. Abre Nora recibiéndola amablemente.

     —Disculpa. ¿Aquí es donde solicitan compañera para compartir el departamento?

     —Sí. Aquí es —responde Nora.

     La invita a pasar, toman asiento listas para charlar.

     —Mi nombre es Lucero. Creo que podremos ser muy buenas amigas.

     —Yo soy Nora. Y espero que seamos buenas compañeras de departamento.

     —Mañana empiezo el traslado de mis pertenencias. Espero que mi profesión no te moleste a ti también —comenta Lucero.

     —¿A qué te dedicas?

     —Soy detective privado. A mis padres no les agrada mi trabajo y por eso decidí independizarme.

     —Conmigo no habrá problema. Yo me dedico al modelaje. Algo menos riesgoso que lo tuyo.

     —Por eso me gusta. Por que arriesgas todo. Y debes de saber que yo no dejo los casos inconclusos.

39.

     Las luces de la sirena de la ambulancia resplandecían entre la oscuridad de la noche, frente a la parroquia de un pequeño pueblo. Gente adormilada curioseaban, el tétrico incidente había puesto alerta a todos los habitantes del poblado. La ambulancia estacionada frente a la entrada mientras del interior de la parroquia, sacan sobre una camilla  un cuerpo cubierto en su totalidad por una sabana blanca manchada de sangre. La gente murmuraba acerca de lo sucedido. Sobre la banqueta se encontraba el Comandante Balbuena y el Agente Osorio, observan el cadáver que trasladaban a la ambulancia, misma que se retira ululando después de subir el cuerpo. El Agente Osorio introduce a la patrulla un cuchillo dentro de una bolsa transparente, se trataba del arma homicida.

Continuara…

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