Citas Caprichosas XIX – Gabriel García Márquez

Muy buenas tardes a todos. Después de varias semanas sin hablar del tema que nos incumbe los jueves, traigo una nueva cita, recogida hace ya tiempo, para reflexionar sobre ella en la sección de las Citas Caprichosas. Hoy estamos ante la decimonovena entrega de este apartado literario, que comparte habitación con la filosofía en parte.

Para hoy he recogido una cita bastante interesante cuya reflexión resultará, creo, curiosa, pero no emocionante como otras frases que nos hacen pensar y pensar hasta saltarnos las lágrimas. No obstante, me ha parecido una frase bastante ingeniosa que refleja con gran maestría la realidad. Pertenece a la novela Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, obra ya comentada por el compañero Sol de Infancia (y que aparecerá este domingo también comentada por mí, para contaros mi experiencia).

Vamos a hacer uso de la memoria y la imaginación para recurrir a un momento de nuestra vida, que hay muchos, en el que hayamos perdido algún objeto, por ejemplo, un mando a distancia, eso que tanto sucede diariamente. ¿Qué ocurre cuando vamos a cambiar de canal en la televisión, o simplemente vamos a encenderla, y no encontramos el mando a distancia en el sitio donde siempre está? En principio, empezamos a buscarlo, pero al final terminamos por volvernos locos cuando no damos con su localización exacta. Lo que sucede en realidad es que buscamos siempre por los mismos lugares, encima de la mesita del salón, encima del mueble donde está la televisión, en los armarios que hay por su alrededor, en los sofás, en la sala más próxima, que puede ser la cocina (muchas veces se está haciendo la comida y se cambia de canal desde la cocina para no dar un viaje innecesario hacia el salón y tocar el mando desde el sofá) o puede ser la entrada o cualquier habitación que esté cercana al salón.

Después de buscar por todas partes, pero sin haberlo hecho estrictamente (pues si buscásemos por todas partes lograríamos encontrar el mando a distancia perdido), llegamos incluso a gritar de rabia o a agobiarnos en silencio si es de noche y hay gente durmiendo o si está amaneciendo y sucede más de lo mismo. Pero cuando nos sentamos en el sofá, dispuestos a abandonar nuestra búsqueda, a fracasar en nuestra particular misión, vemos, quizá por debajo del sofá, quizá por debajo de la mesa, quizá entre los cojines o quizá, por qué no (muchas veces ocurre), en nuestra propia mano, el tan buscado artilugio. ¿Por qué sucede, pues, esto? Porque estamos acostumbrados a dejar determinados objetos en también determinados lugares, y si nos alteran el orden de su disposición llegamos a no saber dónde encontrar nada. Es curioso, pero es así.

Por tanto, nuestra cotidianidad se ve interrumpida en muchísimas ocasiones por sucesos así de insignificantes pero, sin embargo, así de reales. Y muchas veces no nos damos cuenta de ello, y nos enfadamos con nosotros mismos o con la persona más cercana (quién sabe), pero lo cierto es que el objeto que buscamos no ha desaparecido, sino que está en un lugar en el que nosotros juramos no haberlo colocado. A veces hemos sido nosotros mismos, pero no nos percatamos.

Bueno, pues hasta aquí la reflexión sobre una nueva cita caprichosa. Espero que se hayan divertido. Creo que si piensan en lo que más arriba se ha dicho, se podrán dar cuenta de muchas cosas de las que suceden a diario. En fin, les dejo con la cita. Que pasen buena semana.

“La búsqueda de las cosas perdidas está entorpecida por los hábitos rutinarios, y es por eso que cuesta tanto trabajo encontrarlas”.

Gabriel García Márquez.

2 comentarios en «Citas Caprichosas XIX – Gabriel García Márquez»

  1. Hola Jorge.andreu,

    Es la primera vez que descubro este blog y de hecho una de las primeras veces que me decido a hablar en uno. Pero lo cierto es que has abordado y comentado una de mis citas favoritas no solo de García Márquez sino en general.

    Lo único que quería añadir a tus reflexiones es que para mí esta cita transciende de la pura búsqueda física de las cosas perdidas. Que también se puede interpretar como la búsqueda de sentimientos, de sensaciones, de vida. Como cuando uno se empecina en buscar la felicidad y la tiene ahí delante sin darse cuenta; en el hecho de tener un amigo, de haber tenido un éxito profesional, de tener a la persona amada a su lado. Luego la reflexión puede ser quizás más emocionante de lo que parece en un primer momento.

    Muchas gracias por tus reflexiones en todo caso.

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    • Tienes razón, Bichita. La verdad es que las citas de García Márquez, y no sólo de él, sino de muchos buenos escritores, van más allá de lo puramente tangible. Y se puede llegar a interesantes conclusiones a partir de una frase bien formulada. Espero que te guste este espacio tanto como a mí, que le dedico parte de mi tiempo.

      Un saludo

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