Antonio Muñoz Molina – El invierno en Lisboa (Parte I)

EL INVIERNO EN LISBOA

Antonio Muñoz Molina tiene una extensa obra narrativa, dieciocho libros escritos entre 1985 y 2009, que dejan sólo cinco años vacíos de su obra. Algunos de ellos han sido reconocidos con premios nacionales e internacionales de gran importancia, entre ellos el premio de la Crítica y el premio Nacional de Narrativa que obtuvo la obra que ahora nos ocupa: El invierno en Lisboa, en el año 1987.

Este libro, en el que se pueden dividir dos partes bien diferenciadas, es una muestra del interés del autor por la música y el mundo del Jazz. MM, a lo largo de su trayectoria ha dedicado gran atención a la música, y muchas de sus obras se hacen referencias como forma de contextualización histórica y cultural. Es más, es la música una de las cualidades que en algunos momentos identifican la personalidad de sus personajes. Así ocurre en El invierno en Lisboa.

Biralbo, el protagonista y narrador de la obra, es un pianista de un grupo de Jazz que sirve como excusa para presentar toda la trama de la novela. En las primeras páginas se nos presenta como un hombre que regresa, que ha acabado con su pasado y que lo expone a un amigo de su juventud. Con este recurso, el escritor nos introduce en una historia que como decía anteriormente presenta dos partes bien diferenciadas. A modo de Eneida, la primera parte de la obra es un canto más lírico al amor, a la música, a la amistad, al mundo nocturno de bares con música en directo; en la segunda parte, de mayor acción, se crea una trama de género negro donde se mezcla la investigación, la persecución, el asesinato y personajes de carácter mafioso.

El lenguaje crea un ambiente de novela negra desde el principio. El escenario, los personajes en el límite de la realidad, la nocturnidad como momento de la acción, MM reúne los recursos que abren el camino a la segunda parte de la novela desde el primer párrafo. En las primeras frases ya aparece la medianoche, el bar de Floro Bloom, el Metropolitano, el alcohol y esa desgana propia de los personajes de novela negra. Después, en pocos párrafos, dibuja la trama que se diluye en las confesiones de Biralbo hasta volver a tomar forma en la segunda parte de la novela. El lenguaje fluido, con reflexiones sobre el amor, el pasado o la música, no estanca la novela, sino que le da una viveza que anima a leer las primeras páginas, impregnando a los personajes de su pátina de liminalidad.

El tema central del texto, la búsqueda del amor, es un tema recurrente. MM lo muestra de una manera interesante: el amor imposible, el amor esquivo, el amor que se transforma en obsesión, el amor que se confunde con la música. Este será el objeto central del libro, pero en su derredor se desarrollan otras pasiones que dan consistencia a la historia, que la hacen creíble, viva. El poder, el dinero, el miedo a la normalidad, la lucha por las propias pasiones o la pintura dan forma a la red en la que los personajes se sustentan. Personajes reales, abiertos, equívocos en sus actos, nada lineales.

Continuará

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