Antón Pávlovich Chéjov nació en 1860 en Taganrog, el puerto principal del Mar de Azov (Rusia), y murió en Alemania en 1904. Su padre, un siervo que compró su libertad, era un devoto cristiano ortodoxo e impartió a sus hijos una disciplina estricta y religiosa, despótica en algunas ocasiones, que originó una reacción en quien sería uno de los más importantes autores de cuentos de la historia de la literatura: el amor por la libertad y la independencia. La originalidad de Chéjov reside en el uso del monólogo, sin plantearse en ningún momento la posibilidad de que el lector no comprendiera su obra, pues consideraba que el artista tenía la obligación de plantear preguntas, no de responderlas. Su técnica ha influido en muchos notables escritores.
Su obra se compone de ensayos, obras de teatro, una novela y multitud de relatos cortos y cuentos. En esta ocasión vamos a hablar de una de las colecciones de cuentos que sirven de muestra de su arte.
La recopilación de Cuentos hecha por Víctor Gallego Ballestero, publicada en Alba Editorial en 2004 (en la colección Clásica Maior), contiene una buena dosis de literatura breve y al mismo tiempo representativa: nada menos que sesenta cuentos, un volumen de más de 700 páginas en el que se encuentran cuentos como La muerte de un funcionario (1883), Los nervios (1885), Tristeza (1886), El beso (1887) o La dama del perrito (1899). Como ven, los cuentos vienen agrupados y ordenados por fecha de composición: el primero data de 1883 y el último de 1902.
En esta edición, el lector que no conozca la obra del gran cuentista ruso podrá acercarse de un modo muy cómodo a sus textos, pues se trata de una buena muestra de la literatura chejoviana que satisfará las necesidades de muchas personas aún no expertas en la obra de un autor inmortal.
despótica en algunas ocasiones, que originó una reacción en quien sería uno de los más importantes autores de cuentos de la historia de la literatura: el amor por la libertad y la independencia.