Textos para el Alma: Sexo milenario (parte VIII)

Hoy día hombres y mujeres trabajan en un mismo ambiente, pero tan poco acostumbrados estamos que el resultado es que la mayoría de nosotros no somos conscientes de las poderosas señales de romance que emitimos dentro de un mismo ambiente de trabajo. Sumado a esto, vemos como los conflictos no hacen más que multiplicarse en una empresa típica actual.

El acoso sexual (en sentido general de la definición) crecerá hasta que las compañías enseñen a sus trabajadores cómo hay que obrar en relación a los compañeros de trabajo, cómo hay que sonreír, cómo no hay que sonreír, cómo hay que caminar, cómo no hay que caminar, cómo hay que toca y cómo no hay que tocar a otra persona.

Hombres y mujeres heredaron una diferencia sexual que confundirá su vida romántica. Las mujeres adquieren intimidad conversando cara a cara: sin duda, ese rasgo viene del antiguo hábito de conversar frente a frente con los más jóvenes. Por su parte, los hombres la adquieren haciendo cosas uno al lado del otro, como jugar u observar la práctica de deportes. ¿Y qué es un partido de fútbol sino una acción espacial y una competición agresiva como lo era la cacería para nuestros ancestros? La verdad, sentarse al lado de alguien para asistir a un partido por televisión no difiere mucho de apostarse detrás de un arbusto, en la selva africana, intentando adivinar en que dirección correrá el antílope.

A veces, los sexos confunden los dos estilos de intimidad. Los hombres casi siempre piensan que las mujeres hablan de más, mientras que ellas se sienten abandonadas porque ellos se van a ver un partido.

Tal vez, en este siglo que recién comienza, comencemos a sacar ventajas del conocimiento de esas diferencias de género.

(Continuará).

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