Soledad con hielo.

Dejo la gabardina en el perchero y me acerco a la barra. La penumbra es perfecta, solo ilumina mi rostro una tenue luz proveniente de algún lugar incierto. Echo hacia atrás el sombrero. Acariciando mi barba de tres días voy aflojando el  nudo de la corbata.

– Un wisckey con hielo.
Enciendo un cigarro mientras al fondo de la barra una dama bebe en silencio. Su mirada es incierta y triste. Observa garabatos en el aire. Decido ocultarla entre una espesa cortina de humo. Un humo denso que sale de mis labios y que se filtra en el ambiente, en la noche. En el escenario hay un tipo con un piano. Entona un blues, un triste blues de acordes lentos y elegantes. Siento el whisckey bajar por la garganta al ritmo que aquel tipo acaricia las teclas. Una nueva calada oculta mi entorno en bruma. El amor es algo barato, un sentimiento gratuito cuyo precio a veces resulta excesivamente caro. Me enamoré un día y aún estoy pagando mi deuda. Una deuda que no consigo ahogar en alcohol, el resultado simplemente es el acartonamiento del corazón y un escozor en el bolsillo. El piano sigue sonando y yo me siento simplificado como el amor , porque el amor nos simplifica a un sólo ser, una sola persona y las simplificaciones siempre tienden a eliminar algún factor del entramado numérico de sentimiento.

– Otro whisckey por favor, pero esta vez que sea doble que aún me quedan muchas cosas por olvidar.

El alcohol de esta noche cambia la perspectiva del momento. Me siento animado y seguro de mi mismo. La dama sigue bebiendo al fono, el piano suena, la noche avanza sobre la vida. ¿no es acaso la noche un escenario donde danzan las almas errantes? Y la vida, la vida es una senda rectilínea marcada por el motor del tiempo, un tiempo que atropella y aparta del arcén los cadáveres de su avance para incrustarlos en la memoria de los demás pasajeros. Eso es la vida.

Decido acercarme a la dama ofreciéndole un cigarro. Me embarga su olor, una esencia limpia y húmeda, demasiado limpia para mi gusto, pero agradable ante el hastío del momento. Me sonríe y acepta el cigarro. Fuma con esa manera que tienen de fumar las mujeres cuando quieren resultar sensuales, atrapando el humo con los labios, succionandolo para luego arrojarlo a los techos de las cantinas con un sugerente ¡Chop!. La colilla queda impregnada de carmín y el ambiente cargado de humo. No me apetece hablar, tampoco reír, me limito a sentarme a su lado e imaginarme que ambos somos amantes, ella sigue mi juego. La invito a otra copa, a otro cigarro, ninguno hemos sobrepasado los limites de este extraño juego. Ni una palabra, sólo sexo imaginario, un amor efímero un sabor dulce en el paladar. Hasta que ella se aburre y abandona. Se marcha por la puerta dejando una colilla con cazmin en el cenicero, una estela limpia y humeda y un contoneo de caderas perdiéndose en la noche.
Vuelvo a estar sólo, termino mi cigarro, pago la cuenta, apuro el culo del vaso, le doy cinco pavos al tipo del piano y salgo del bar.
Ha pasado una nueva noche, un nuevo día, ahora volveré a casa y dormiré hasta que mañana vuelva a comenzar de nuevo la rutina.

4 comentarios en «Soledad con hielo.»

  1. Las confesiones de bar, las nubes de humo, el olor del ambiente cerrado y nocturno, el escozor del desamor en nuestro interior, el sabor del amigo helado y tajante en nuestra garganta. Son tantas cosas que caracterizan a la melancolía, a la nostalgia de un amor, sin duda, mejor vivido que la vida misma, tantas cosas que por mucho hielo que nos echemos al cuerpo, acompañado del licor de amargura, no logramos olvidarlas.

    Muy buena escena, compañero. Bien conseguida, bien adaptada, bien plasmada.

    Un abrazo

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  2. Muchas gracias compañero.

    La verdad es que cuando pienso en la soledad siempre me viene a la cabeza este tipo de escenas. Este comportamiento se lo atribuyo a mi pasión por los bares y a una escena clave de «CasaBlanca» (Una gran película que te recomiendo).
    La verdad es que todos los matices de esta soledad me son agradables.

    Un gran abrazo camarada.

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  3. Me uno a este club de la la soledad recien fundado. Todo lo que tenga relacion con bares de humo, «femme fatale» y alcohol con 2 cubitos hace que se regocige mi alma en un extasis eterno. Gran trabajo nen, y para no variar, nos vemos en los bares.

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  4. Axo pero si este club lo fundaste tu la noche que me invitaste a unas cervezas mientras yo ponía el tabaco. Aún me acuerdo de aquel primer Humprey. ¡Fue muy grande tio!

    Un abrazo.

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