Repaso de otoño (segunda parte)

Vamos a continuar por donde lo dejamos con el resumen de otoño. He hablado de El Alma está en el cerebro, de Eduard Punset, de Tratado sobre la resaca, de Juan Bas, y de Asesinato en el Orient Express, de Agatha Christie. Voy a continuar con la lista de libros.

En cuarto lugar —sólo por orden, no por preferencia— tenemos El Intermediario, de John Grisham. Estuvo entretenido al principio, y luego tenía algunos momentos de más acción y más intriga. Pero por lo general, no me resultó una lectura amena. Fue más bien pesada. Pero bueno, los gustos… ya saben. Nombro el título por si a alguien le interesa.

En quinto lugar tenemos El Ejecutivo, de Enrique Arias Vega. Muy bien escrito. Eso sí me gustó bastante, el estilo. Y la historia tiene su intriga y su emoción. Es una novela corta que consiguió un premio literario y, como tal, es de buena calidad.

En sexto lugar está El nombre de la rosa, de Umberto Eco. Este sí que es un gran libro, una joya, y está muy, pero que muy bien escrito. Es una novela de intriga que supongo que todos conocerán, aunque algunos no la hayan leído. Sí la he disfrutado bastante, y me dejó muy buen sabor de boca al final.

En séptimo lugar, La chica que amaba a Tom Gordon, de Stephen King. Siempre he sentido debilidad por las novelas de este escritor, pero por encima de eso, este libro me gustó bastante, sobre todo por la profunda complejidad psicológica que el autor da a la protagonista.

Luego tenemos El arte de amar, de Ovidio, al que no se le pueden dar comentarios. Es una obra excelente, propia del gran poeta latino. No hay nada que decir: perfecta.

La casa de los espíritus, de Isabel Allende, ha sido uno de los grandes descubrimientos por mi parte en este otoño, pues me habían dicho que la autora era muy aburrida. Todo lo contrario: me ha encantado, y voy a leer más libros de ella. Me gustó mucho la forma de narrar y la forma de describir cada sentido, cada olor, cada ambiente. Muy buena novela.

La siguiente obra es de un autor que no merece otra cosa que un pedestal. Tristana, de Benito Pérez Galdós, es una verdadera joya literaria que cuenta con un estilo refinadísimo y exquisito la historia de una joven criada que vive sometida, en un principio, a su amo, el señor de la casa. La historia está resumida en su debido artículo. El estilo es único, inigualable e insuperable. Una de las grandes joyas que he leído últimamente.

Ahora tenemos otra joya más: El camino, de Miguel Delibes. Una novela que, sin duda, va a pasar a la historia de mi vida como una de mis obras preferidas. Un estilo tan propio y tan cuidado como el de Delibes, y una historia preciosa, que hacen, juntos, que haya derramado lágrimas y lágrimas con su lectura. Otra reliquia.

Marco el romano, de Mika Waltari, es una novela que no me ha gustado demasiado. En algunos pasajes ha llegado a aburrirme tanto que casi dejaba de leerla. Pero no me gusta dejar los libros a medias. En algunas descripciones sí disfruté algo más. Pero por lo general, la novela no me gustó, sobre todo habiendo leído la gran obra de Mika Waltari —Sinuhé… es una delicia.

Y por último para esta segunda parte —poco nos queda—, un libro que acaba de salir y que a la semana de haber llegado a las librerías españolas yo ya había leído: El viaje del elefante, de José Saramago. Bastante buena. Aunque no tan buena como otras de sus novelas, pero sí tiene un punto especial. No voy a contar la historia, porque se publicará un artículo dentro de unos días sobre el libro.

Voy a dejar, por segunda vez, el tema en el aire. No se ofendan los lectores, pero son preferibles varios artículos cortos en un blog que uno demasiado largo. Volveré, no se preocupen, a hablar de esto, quizá mañana, que ya hoy han sido demasiados artículos continuos. Descansen.

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