Los versos de oro IX – Luis García Montero

Bienvenidos de nuevo a un nuevo viernes, bienvenidos otra vez a otro post sobre poesía. Hoy los Versos de Oro que nos acompañan son, realmente, de oro, no pueden tener otra característica. Son dorados, refinados, perfectos. Son de un poeta despierto, vivo, coleando, consciente de lo que es, y bueno, por tanto.

Después de estas pequeñas rimas introductorias, aunque hayan estado escritas en prosa –pero habrán podido notar la musicalidad–, voy a presentarles a nuestro poeta invitado para este fin de semana. Ojalá pudiésemos decir invitado en toda regla. No obstante, tenemos su poesía, eso permanece, y la acogemos gustosamente. Se trata del poeta granadino Luis García Montero, uno de los mejores poetas, por no decir el mejor, que tienen aún los pies en la tierra, uno de los que sabe manejar la pluma como los grandes mandaban. Y con él, nos acompaña un poema dedicado a otro gran poeta, fallecido, por desgracia, hace casi un año, llamado Ángel González. Lo conocen. Les conocen.

He decidido hablarles hoy de Luis García Montero, entre otras muchas cosas, porque esta semana he conocido a una persona súper interesante que dice conocerle en persona. Luis da clases de literatura en la Universidad de Granada, y la persona a la que he conocido hace unos días ha estudiado cuatro años de su carrera allí. Me ha revelado lo que de boca de otros ya había escuchado yo, a saber, que el poeta es tan bueno en la realidad como en televisión. Y tan bueno como persona, también lo es como poeta. Para eso me apoyo en el poema que les dejo más abajo y que podrán leer en breve, un poema que define el mundo de la noche a la perfección. Define con maestría el ambiente nocturno de Granada, cómo es la gente que sale de los pubs por la noche a horas tardías, cómo es la calle, iluminada únicamente por las farolas y los focos de los coches y motos, y por los carteles luminosos de los bares y clubs. Sin duda, un gran poema, una gran dedicatoria.

Basado en una estructura de versos que riman entre sí cada dos, Luis García Montero nos lleva directamente a aquel ambiente tan exquisito como es el mundo de la noche, sobre todo en Granada.

Recuerdo perfectamente el viaje que hicimos con la clase hace cuatro años a final de curso, un viaje a la ciudad de Granada, para ver la Alhambra, el Parque de las Ciencias y demás lugares interesantes que tiene la ciudad, pero lo que más nos divirtió a los que íbamos, que por entonces éramos casi unos críos, fue el ambiente nocturno. Las calles repletas de gente a las diez de la noche. Eso en mi pueblo no pasa, y ojalá pudiera uno vivir en ciudades como aquélla, en la que se puede salir por la noche porque hay ambiente. En fin, buenos recuerdos los que tengo de la noche de Granada, de las pocas noches que he tenido el honor de vivir allí. Así que este poema, junto con el manejo de la palabra que tiene el poeta, me parece increíble, exquisito. Creo que a los presentes también se lo parecerá.

Espero verles por aquí dentro de una semana, hablaremos de otro poeta. Hasta entonces, pasen un buen fin de semana.

Nocturno

A Ángel González

Aplauden los semáforos más libres de la noche,
mientras corren cien motos y los frenos del coche
trabajan sin enfado. Es la noche más plena.
Ninguna cosa viva merece su condena.
Corazones y lobos. De pronto se ilumina
en su sillín con prisas la línea femenina
de un muslo. Las aceras, sin discreción ninguna,
persiguen ese muslo más blanco que la luna.
Pasan mil diez parejas derechas a la cama
para pagar el plazo de la primera llama
y firmar en las sábanas los consorcios más bellos.
Ellas van apoyadas en los hombros de ellos.
Una federación de extraños personajes,
minifaldas de cuero, chaquetas con herrajes
y el hablador sonámbulo que va consigo mismo,
la sombra solitaria volviendo del abismo.
Luces almacenadas, que brotan de los bares,
como hiedras contratan las perpendiculares
fachadas de cristal. Hay letreros que guiñan,
altavoces histéricos y cuerpos que se apiñan.
El día es impensable, no tiene voz ni voto
mientras tiemble en la calle el faro de una moto,
la carcajada blanca, los besos, la melena
que el viento negro mueve, esparce y desordena.
Yo voy pensando en ti, buscando las palabras.
Llego a tu casa, llamo, te pido que me abras.
La ciudad de las cuatro tiene pasos de alcohólica
Desde el balcón la veo y como tú, bucólica
geometría perfecta, se desnuda conmigo.
Agradezco su vida, me acerco, te lo digo,
y abrazados seguimos cuando un alba rayada
se desploma en la espalda violeta de Granada.

De «Rimado de ciudad».

1 comentario en «Los versos de oro IX – Luis García Montero»

  1. Hola: He conocido al poeta en Buenos Aires; estuvo en mayo durante la Feria del Libro. Reafirmo lo que se dice de él y agrego que es sumamente cortés y generoso con su tiempo y sus conocimientos. Me dejó una impresión de sencillez increíble.

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