Instantes: Un «yo» en el espejo.

Al salir de la ducha veo que el espejo se empaña dejando de reflejar en su rostro el mundo que se postra ante él. Me situó delante y sólo observo bruma y humedad. Entonces pienso lo que soy, en lo que me he convertido. Al no verme reflejado es fácil imaginarme como un ser estructuralmente perfecto, un hombre que a alcanzado todos sus sueños. Con el poder que se adquiere al sentirse realizado en todos los aspectos, entono con gran alegría las canciones que radian por la radio. Entonces la brisa va desempañando el espejo y la realidad se vuelve real, y los sueños se destiñen y pierden la esencia de su jugo. Ahora estoy delante del espejo cristalino, mostrándome tal y como soy. Lo primero que me encuentro es mi prominente barriga, síntoma de la dejadez y la gula. Y después sólo alcanzo a ver los escombros de un hombre con una vida que se le escapa de las manos. Unos sueños incumplidos. Entonces dejan de parecerme agradable las canciones que radian por la radio, pues el espejo me ha hecho entender lo que soy y lo que nunca he llegado a ser.

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