Enrique Vila-Matas nació en Barcelona el 31 de marzo de 1948. Pasó su infancia en una vivienda situada en frente del desaparecido cine Metropol. Es quizás, este hecho, el que marcara su gran afición al cine. En 1968 entró como redactor de la revista fotogramas, dirigiendo en 1970 dos cortometrajes, Todos los jóvenes tristes y Fin de verano. Su primera novela, Mujer en el espejo contemplando el paisaje, fue publicada en 1973 (Tusquets) pero no sería hasta 1985, donde publica Historia abreviada de la literatura portátil (Anagrama), cuando comenzó a ser conocido. A partir de ese momento Vila Matas es reconocido por la crítica y en la actualidad sus obras se han traducido a unos 29 idiomas distintos.
La obra que nos ocupa, Suicidios ejemplares, fue publicada por Anagrama en 1991. Vila-Matas toma el género de relato corto para contarnos dieciséis historias distintas. Todas ellas en torno al tema del suicidio. Los relatos, en su gran mayoría escritos en primera persona, nos muestran historias oscuras, de hombres atormentados, personas que caminan entre la vida y la muerte con su trágico desenlace. A través de la mirada de alguno de los personajes somos testigos de ciertas desgracias familiares, desamores, simple cansancio, problemas de personalidad, incomprensión del mundo que llevan al protagonista al suicidio. Conforme avanza la lectura podemos comprobar cómo los personajes, antes de suicidarse, ya están muertos, y, en ciertas ocasiones, el suicidio no se nos presenta como el habitual cese de la vida carnal, sino, más bien, un suicidio existencial en el que el personaje deja simplemente de existir para el mundo.
Vila-Matas utiliza un estilo sencillo. Deja a un lado cultismos y términos barrocos para emplear frases llenas de claridad pero en cuyo interior albergan profundas reflexiones sobre la vida que a veces pueden dejarte sin aliento. En conjunto la obra goza de gran armonía y la lectura alterna pasajes de gran velocidad narrativa con otros donde la trama parece detenerse en el tiempo. La acción se nos presenta a través de la mirada de alguno de los personajes que, como un zoom de cámara cinematográfica, nos acerca hasta la profundidad del ser para terminar alejándose poco a poco hasta convertir el personaje, el mundo en sí, en algo abstracto absorbido por el tiempo.
La obra no pretende darnos lecciones sobre la vida. El autor evita aburrir con grandes parrafadas morales sobre la existencia. Los personajes son mostrados con sus distintas formas de actuar dejando al lector la tarea de juzgarlos.
Una gran novela donde conviven la vida y la muerte, donde el lector quedará sorprendido por el mundo que presenta y por el conflicto que envuelve a cada uno de los personajes. Con una lectura amena y divertida Vila-Matas pone de manifiesto su gran dominio del lenguaje. Estamos, quizás, ante un escritor que tiene mucho que decir y ha encontrado la mejor forma de hacerlo. Un escritor que en el futuro seguirá sorprendiéndonos.
nos acerca hasta la profundidad del ser para terminar alejándose poco a poco hasta convertir el personaje, el mundo en sí, en algo abstracto absorbido por el tiempo.