El viaje de Saramago (parte 1)

El viaje de Saramago es el título de un reportaje fabuloso sobre la vida y la obra del escritor portugués José Saramago (1922), ganador del premio Nobel de literatura en el año 1998 y uno de los escritores más reconocidos del panorama actual. El reportaje lo realizaron Pedro Soler y Susana Jiménez Pons, y fue publicado hace poco en Informe Semanal, en La Primera.

Lo que reproduzco aquí es una transcripción completa de lo que se comenta a lo largo de los diez minutos de reportaje. Me limito exclusivamente a lo que puedo escuchar, si hay en el reportaje escrito algo distinto, ha sido producto de incomprensión por mi parte de lo que ha sido dicho a lo largo del reportaje.

Pero antes de empezar, voy a explicar cómo lo he llevado a cabo. En párrafos normales aparecen los comentarios del reportero y en párrafos con guiones al principio, como si fuese un diálogo en una novela, está lo que dice el entrevistado. Todo eso irá en cursiva. A continuación, en letra normal añadiré algún comentario por mi parte.

Dicho esto, vamos a empezar.

 

—A estas alturas y con esta edad, mi vida no deja de sorprenderme. Si yo pudiera repetirlo, querría repetirlo exactamente como lo he vivido, que no me quitaran nada, ni lo bueno, pero tampoco lo malo. Nada, que no me quitaran nada, vivirlo otra vez. La vida es un viaje, y puede ser más o menos tranquilo, más o menos complicado… Hay millones de personas para las que la vida no es un viaje, es una pesadilla.

Algunas personas consiguen viajar muy lejos sin haberse fijado un destino. A sus ochenta y seis años, José Saramago sigue desprovisto de ambición, creyendo que él no nació para esto. Pero paso a paso, libro a libro, estación a estación, el hombre que nunca quiso ser nada se ha convertido en uno de los nombres más importantes de la literatura.

—Yo no he nacido para que vosotros estéis aquí entrevistándome para el informe semanal, no nací para eso. Tampoco nací para el premio nobel. Pero bueno. Y para escribir libros que, según la opinión más general, son buenos libros. He tenido una vida llena, y creo que la he estado llenando sin darme cuenta.

Fue cerrajero mecánico, periodista, traductor, dibujante. A los 53 años dio un salto en la oscuridad para dedicarse por entero a la escritura, y en ese trayecto de la vida andaba cuando le dieron el nobel. Después el mito, más libros, y unas pequeñas memorias donde revela el consejo que nunca, ni siquiera a estas alturas de su vida, quiere dejar de lado: «Déjate llevar por el niño que fuiste».

—No ha sido el niño que se ha acercado a mí, o yo que me he acercado a él. Es que en el fondo yo no lo abandoné nunca. Lo siento, lo huelo. Lo que pasa es que no lo olvidé, sencillamente. No lo olvidé…

 

Es increíble que una persona que considera que no ha nacido para ser escritor sea hoy en día uno de los nombres más conocidos de la literatura. Me parece increíble, pues es tal el ingenio de José Saramago, que yo le daría dos veces el nobel, tan sólo por la profundidad filosófica de sus novelas y por su estilo único.

Y finalmente, ese consejo que da, que abre el libro Las Pequeñas Memorias, creo que es uno de los mejores consejos que pueda dar una persona. Siempre desde pequeño se tiene una ambición, aunque la mía no fue ni ser escritor ni ser pianista, y a lo primero es a lo que aspiro y lo segundo lo voy alcanzando. Pero si me considero un niño desde hace tres años a esta parte, me dejaré llevar, conscientemente, por él.

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