De San Valentín se trata

—De San Valentín se trata.

—Dime, pues. —el joven se impacientaba.

—Era yo un adolescente lleno de granos en la frente y de pelos salientes de mi primera barba. A mi lado no se sentaba, sino al lado del modelo masculino de la clase, el que gustaba a todas las chicas, por no decir que hasta a los chicos menos viriles. Podía decirse que era rubia, guapa, lista, estudiosa, al par que vacilona, pasota y de mal oído.

—La típica niña bonita que por dentro es un demonio. ¿No es así?

—Exacto. Un súcubo podría decirse, aunque tampoco era para tanto. El tipo de mujer que gusta a cualquiera a primera vista, pero que siempre está enamorada de un cantante. Luego uno se da cuenta de que no hay que ser cantante para gustar a una chica. Mira tu madre y yo, juntos hasta la muerte, yo abogado y ella enfermera. Pero a lo que iba, que me despistas.

»Trece de febrero, clase de secundaria. Muchos trataban de leer las cartas que sus compañeros habían escrito para enviar a las clases en las que estaría su amado o amada. Yo, siempre con la mirada en mi papel y no en el papel del de al lado, concentrado pensaba en esa chica quinceañera que me volvía loco. Ella me miraba. Siempre me miraba. Pero nunca me atrevía a decirle nada. Por fin me decidí a concluir la carta, anónima, por supuesto, y la encerré en su respectivo sobre. Al día siguiente, catorce de febrero y San Valentín por ello, las cartas llegarían a su destinatario, y se armaría el pitote que siempre se arma cada vez que un alumno de secundaria expresa su amor a una compañera, y recíprocamente. El delegado de turno, uno con gafitas y ojos saltones, acompañado de la subdelegada, una niñita torpe que siempre llevaba un cuello de color rubí, fuera lo que fuera el resto de su ropa, entró en la clase de matemáticas, y comenzó su labor de entregar a cada correspondiente su carta de amor (o burla por parte de otros compañeros). Elísabeth (que es como se llamaba la rubiaza) abrió el sobre que contenía mi carta sin nombre y se puso a leerla.

—Debe de ser una sensación terrible. Coger una carta que no tiene nombre y leer a ver qué dice, sabiendo que tal día era el momento en que se declaraban los tímidos como tu padre. —María había aparecido por el umbral de la puerta y se había sentado al lado de su marido.

—Pues sí, muy dura. Pero era lo que había. En fin, que Eli terminó de leer la carta, y directamente miró hacia mí, como si hubiera adivinado desde la primera palabra que había sido yo el autor. Yo volví la cabeza hacia mi mesa, donde había otro sobre. Lo abrí y pude ver antes que nada la firma de Elísabeth, con un bolígrafo de tinta líquida rosa. Me puse tan nervioso que los colores de mis mejillas se asemejaban con la firma de la rubia.

» “Querido Joaquín. Habrás notado que mi mirada es directa cada vez que diriges la tuya hacia a mí. No voy a decirlo en palabras. Te espero a las nueve en el parque próximo al instituto.”

— ¿Aceptaste?

— ¿Tu padre? ¿No lo ves aquí sentado? ¡Claro que aceptó! Pero aparecí yo.

— Ja, ja, ja. ¿Te dio largas, Papá?

— No. Me presentó a mamá. Es la tía Eli. La muy puñetera me tomó el pelo y me presentó a esto que tienes sentado a mi lado.

— ¡Cuidadito con lo que dices, Joaquín!

— Ja, ja, ja. ¿Ves? Se pica. Me di cuenta de lo que valía el corazón de aquella niña torpe y con el cuello siempre de color rubí. Así que recoge esos restos de la carta de esa seguidora misteriosa que tienes y recomponlos, puede que al leerla descubras algo.

3 comentarios en «De San Valentín se trata»

  1. Felicitaciones, me parece un relato muy ingenioso y con un gran dominio de la lengua. En cuanto a mi gusto de la literatura, te he de afirmar que me apasiona, aunque no disponga del tiempo suficiente para dedicarle. Te admiro en ese 10 de Latín, pues servidora es un poco torpe, es más, cateé el último examen pero por falta de tiempo que no de conocientos. Aún así, me gusta mucho.

    Besitos

    Irene

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  2. Gracias, Irene. El latín es esencial para conocer la lengua española en condiciones. Te darás cuenta de que sirve para muchísimo, aunque también te darás cuenta de que tus propios compañeros que estudian otras materias diferentes te dirán que el latín está muerto (como me pasa a mí) y que no sirve para nada. El latín es una lengua histórica, no muerta. Y me alegra que te guste.

    Un beso.

    Jorge.

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  3. Pues lo dicho, me ha gustado mucho lo que has escrito, está entretenido que es lo que a mi me gusta jaja.
    Pero bueno la verdad es que no se que decirte. En realidad admiro tu forma de escribir 😉 aunque a mi las letras no me gusten, no quita que las valore =P

    Un besito

    Eva.

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