Brujas Infiltradas (78 machetes)

   —¿Descansaste, entre tanto olor a santidad? —pregunté

   —Sí. Les gradezco se hayan compadecido de mí, y me hayan permitido pasar la noche en las habitaciones de la iglesia.

   —No podriamos nunca desamparar a una criatura de Dios —menciona el sacerdote—. Estarás junto a nosotros hasta que todo ésto haya acabado, incluso nos ayudarás a luchar contra las brujas, toda la gente debe reaccionar y unirnos para acabar con ellas.

   —Será muy dificil, todos estan enloquecidos y furiosos, quieren matar a todas las sospechosas —les digo—.  Debemos empezar solos.

   El sacerdote Segovia abre de las dos alas de un viejo armario de madera de donde extrae un par de machetes levados en fundas de cuero, desenfunda uno para mostrarlo, se trataba de una hoja reluciente como un espejo, la hoja de metal llebaba unas insignias en forma de cruz. Volvio a enfundar el machete y del armario también sacó un frasco que contenia agua y otro del mismo tamaño que contebía un polvo blanco. Me acerqué curioso hacia los objetos, Azucena se dirigió a la ventana, sin dar importancia a aquello. Ella tenía tanto miedo, mientras por su cabeza cruzaban muchas ideas que no podía creer que todo estuviera sucediendo en realidad y pronto quería despertar de la pesadilla.

   —Estas serán nuestras armas—dijo el padre —. Igual que en aquella ocasión, y si ésto no funciona, tenemos algo más.

   Metio mano al armario y sacó una pistola calibre 38 y la colocó sobre el escritorio donde se encontraba el libro polvoso.

 

Continuará…

Autor: Martín Guevara Treviño

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