Brujas Infiltradas (45 conducir el automovil)

   —Te he preguntado Simona, ¿Quién ha estado en la habitación de mi hermana?

   —Solamente yo y la señorita Elisa.

   —¿Dónde está Elisa Carpe ahora?

   —Decidió ir a la casa del río.

   —No quiero que esa mujer se vuelva a acercar a mi hermana. Y por favor avísale a Roberto que eche mano al viejo Ford Tempo. Ya es hora de que vuelva a andar por las calles.

   —¿Volverás a conducir? —expresa sorprendida.

   —Así es, Simona. Ya he perdido mucho tiempo, es hora de volver a rehacer una vida normal. Hacer las cosas que he dejado de hacer, desde no sé qué tiempo ya.

     La vieja se retira un poco confusa en busca del mozo Roberto a llevar el aviso.

      Atiendo al llamado de la puerta, se trataba del Doctor Noriega a quien de inmediato invitó a pasar y tomamos asiento en la sala de estar.

   —Necesito hablar con usted, doctor.

   —Tú dirás. El asunto de tu hermana esta más allá de la ciencia, es cuestión de esperar.

   —Por el momento quisiera que habláramos del pasado, de esa historia que no recuerdo.

   —No te comprendo, Marco. ¿A dónde quieres llegar con eso?

   —Quiero saber acerca del tío Camilo, de la muerte de mis padres.

   —Está bien. Pero no podemos hablar aquí.

   —¿Por qué? —repliqué.

   —Son cuestiones muy delicadas. Vayamos a otro lugar.

     Nos dirigimos en el coche del Doctor hasta un parque cercano y nos dispusimos a hablar sentados en una banca de mármol que yacía bajo la sombra de un nogal.

 

Continuará…

 

Autor: Martín Guevara Treviño

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