Aunque nadie nos crea 3 (Ropa en el fuego)

    Ahora reflexiono lo sucedido y creo que el incendio en el hormiguero tal vez fue una forma de vengarse de ellas por que las hormigas si seguirían conmigo.

     El día en que nos cambiamos de casa lloré mucho, mis padres creyeron que era por el hecho de dejar la casa de los abuelos, pero en realidad fue por lo de las hormigas, en ese entonces me veían como un ser extraño, y recuerdo que mientras lloraba, alguien menciono que deberían llevarme a un doctor, mas sin embargo mi madre declinó la idea, entre maldiciones.

     En mi existencia no volvieron a ocurrir cosas extrañas, ni me convertí en el niño de superpoderes, a esa edad no podía discernir con claridad sobre algunos acontecimientos de la vida. No me enviaron con psiquiatras, ni me sermonearon por fantasear, me dejaron seguir siendo niño, tal vez fue la solución para no ensimismarme en tan paranormal experiencia. Viví, sólo viví. Tal vez algún día me vuelva a encontrar con mi amigo invisible.

     Hoy he escuchado a varia gente hablar de la existencia de los duendes, y en mi interior recuerdo aquellos sucesos, pero no menciono nada, al fin de cuentas, nadie me va a creer.

F I N

Autor: Martín Guevara Treviño. Publicado originalmente en: cuentos-terror.com

Los pequeños son los más suceptibles a casos extraños en el comportamiento y en algunas visiones paranormales, la mayoría de las personas adultas hace oidos sordos o llega a poner en duda las narraciones de los infantes.

Los especialistas tratan algunos casos en los niños, sin embargo, la experiencia y la duda sobre la proximidad de la realidad y la alusinación siempre queda en el ámbito humano.

2 comentarios en «Aunque nadie nos crea 3 (Ropa en el fuego)»

  1. ¡Que precioso y fascinante relato! No es usual leer algo de tal calado, y contado de una forma tan sencilla.
    Por otro lado, las hormigas, la visión infantil, los primeros años de vida y sus realidades irrebatibles…
    Cuando hablamos con un niño deberíamos sentarnos a su altura. Así nos acercaríamos más a su visión mágica y grandiosa de todo cuanto nos rodea y nos parece pequeño.
    Gracias por tan hermosa historia.

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  2. Hola Preste Juan: un saludo y agradeciendo tu lectura.

    me gustó mucho el remate de tu comentario:

    «Cuando hablamos con un niño deberíamos sentarnos a su altura. Así nos acercaríamos más a su visión mágica y grandiosa de todo cuanto nos rodea y nos parece pequeño».

    Tenés mucha razón.

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