Brujas Infiltradas (61 Reparando el automovil)

     —¿Cómo sabes todo eso, Simona?

     —No me preguntes algo que no te he de responder. Solo que tú también sabes muchas cosas, pero tu mente las ha bloqueado. Desde aquel terrible día de la masacre.

     Salió de la habitación sin darme oportunidad de seguir indagando. Tal vez el padre Segovia habría encontrado algo que nos pudiera ayudar antes de que la terrible profecía de Simona se hiciera realidad, antes de que la noche obscureciera por completo y pudiera volverme a sumir en esa cueva de sueños malditos.

     Un fuerte ruido de motor hace que mi corazón dé un vuelco, provenía del patio trasero. Salí corriendo y me encontre con Roberto embutido en un mono de mezclilla manchado de grasa, limpiaba sus manos con una toalla que antes de su uso ubiera adivinado su blanco color, Roberto me sonreía abiertamente.

     —¡A volar de nuevo! Ya funciona a la perfección su automovil. Bueno, solo falta que lo cale por las calles.

     Sonreí, por fin volvía a funcionar el viejo Ford Tempo y me arriesgaría a volver a conducir por la ciudad, después de haber sido mi prohibición por el medico, debido a mi desequilibrio mental. Ahora todo era distinto.

*

     Al obscurecer algo que nos llenó de alegría ocurrío: Mi hermana Carolina habia recobrado su color terso y había valvuceado unas palabras incomprensibles. Eso fue un gran motivo de felicdad, cosa que duró muy poco antes  de opacarse por lo que acontecía en la recamara de la sobrina del General Garza Medina.

Continuará…

Autor: Martín Guevara Treviño

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