Cumpleaños

Yo lo noto: cómo me voy volviendo
menos cierto, confuso,
disolviéndome en aire
cotidiano, burdo
jirón de mí, deshilachado
y roto por los puños.

Yo comprendo: he vivido
un año más, y eso es muy duro.
¡Mover el corazón todos los días
casi cien veces por minuto!

Para vivir un año es necesario
morirse muchas veces mucho.

Breve gran referencia a un poema de Ángel González, uno de los mayores maestros de la poesía que haya parido este país –España–, poema con el cual me siento plenamente identificado en este día, 24 de abril de 2008.

Hoy es mi cumpleaños, lo sé, y no me alegro, mas un año más vivido siempre es un grato recuerdo, así que a la memoria vaya. Comienzo otro año en mi vida –me queda un año menos, sí–, comienzo una etapa nueva –aparento dieciocho– y, por tanto, una vida nueva –peligrosa–. Alerta debo estar ante lo que me plantean los años: ya puedo ser acusado legalmente, ya puedo ir a la cárcel –toco madera–, pero bien es verdad que ya puedo entrar en sitios donde antes no podía –y ahora no pienso hacerlo, pero eso no quiere decir que no pueda–.

Mi cumpleaños y aquí sentado, escribiendo –qué alegría–, sin saber dónde estará mi amor, perdida por las afueras del mundo y sin saber –yo– qué estará haciendo. Me conformo: Petronio me acompaña, Apuleyo me da un cate y Cicerón se me insinúa, pero Follet me cautiva mientras ella está ahí fuera, viva, libre.

Un año más no significa nada. “¿Qué sientes al ser mayor de edad?” No siento nada nuevo. No es un gustazo, el gustazo será cuando disfrute de esa mayoría de edad, pero estamos a jueves y quedan muchos, muchísimos domingos para ser sábado.

En fin, me felicito a mí mismo, ¿por qué no? La esencia de este escrito es el poema que lo abre. Ojalá hubiera estado firmado por mí esta obra de arte. Te echo de menos, Ángel, todos te echamos de menos, sé que no volverás –no has llamado a tu llegada al paraíso, si es que existe ese lugar–.

Me falta un cuarto de hora para tener un libro en la mano y desconectar del mundo. ¿Algo que decir? Pues digan: escucho. Para vivir un año es necesario morirse muchas veces mucho. Punto final.

Posdata: Perdonen la tristeza. Ya lo dijo Joaquín.

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