Textos para el Alma: Morir de no saber (parte II)

La emperatriz de China Tsu Hsi sentía tanto miedo a la muerte que hasta podría decirse que era su mayor enemigo.

En vísperas de septuagésimo tercer cumpleaños, Tsu Hsi fue atacada por una infección intestinal pero nadie se atrevía a ayudarla. Sus médicos temían que ella pudiera leer en sus ojos la palabra muerte y ordenara ejecutarlos. 

Tsu Hsi fue uno de los primeros tiranos del siglo pasado que abrazó el fanatismo de no saber, la primera en aferrarse a esa loca superstición según la cual lo que se oculta no existe.

Con Tsu Hsi prosperó la idea de quien no mira a su víctima tampoco será visto. De esta manera, la ceguera sería una de la invisibilidad. Esto es lo que pensaban los comandantes de muchas dictaduras a lo largo de los años: cuando argumentaban que la victoria llegaba al borrar la identidad de sus enemigos, al enterrarlos en tumbas sin nombre, trataron de hacerlos desaparecer de la historia. Pero los tiempos de esos crueles verdugos no eran los de Tsu Hsi, y menos aún los del emperador de la Gran Muralla China.

Cabe destacar que la información fluye ahora por tantos cauces que ya ninguna historia puede ser escrita (como antes) sólo por los vencedores. Sin embargo, el fanatismo de no saber impone forzosamente el fanatismo de no decir.

Ahora bien, podría afirmarse que la contrafigura de la historia de Tsu Hsi es la de la película “Moonlighting”, una obra maestra del cine realizada en 1982 por el polaco Jerzy Skolimovski.  

(Continuará).

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