Textos para el Alma: La propia muerte

El siguiente texto forma parte de una seguidilla de historias cortas, pero para nada pequeñas, realizadas por el novelista Tomás Eloy Martinez y publicadas por la Revista Noticias en 1995. 

Librosylibretas.com dedicará todo el mes de octubre a estas historias que merecen ser leídas por todos aquellos mamantes de la literatura. Cabe mencionar que algunos párrafos de los textos serán levemente modificadas para una mejor comprensión del lector. 

Sin más, comencemos.

El teólogo sueco  Emanuel Swedenborg, que pasó la mitad de la vida conversando con los espíritus, sintó un impreciso día de 1771 que le faltaba poco para morir. Vaticinó la fecha y la hora exactas del suceso y se preparó para la empresa con placidez.

Swedenborg hizo un último viaje a Londres, aguardó que su libro «La verdadera religión cristiana» estuviera impreso y, a las cinco de la tarde, despertó de una larga siesta en compañía de una sirvienta y dos de sus discípulos. «¿ Ya son las cinco?», preguntó de buen humor. Le respondieron que sí. «Ha llegado la hora, entonces», dijo. «Les doy las gracias por todo. Que Dios los bendiga». Y sin más comentarios, murió en ese instante.

 Casi todos los hombres imaginan la muerte con temor. Pero no aquellos que le esperan: Swedenborg, cómo dos siglos más tarde sucedería con Macedonio Fernández, experimentó una curiosidad cada vez más aguda por el Gran Paso. Sentía que la vida de un hombre no estaba completa sino atraviesa la Frontera con la conciencia despierta: si no contempla con calma la iluminaciones que brotan del otro lado y puede entregarse en experiencia donde todas las demás experiencias tienen cabida.

(Continuará).

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