Roberto Bolaño – Los detectives salvajes (Compactos Anagrama, 2009)

Roberto Bolaño nació el 28 de abril de 1953 en Santiago de Chile. Fue un estudiante disléxico. Tras pasar sus primeros veinte años fuera de su tierra, regresó justo antes del golpe de estado del 11 de septiembre de 1973, y se unió a grupos de revolucionarios trotskistas. Fue detenido y poco después liberado gracias a un antiguo compañero de estudios que era uno de los policías encargados de custodiarlo. Poco después volvió a México, donde fundó el movimiento poético del infrarrealismo junto a su amigo el poeta Mario Santiago Papasquiaro, el cual sirvió como modelo para el personaje de Ulises Lima. Poco a poco, Bolaño se despegó de esta corriente y pasó a escribir más prosa, aunque en ningún momento dejó de considerarse poeta. Murió en Barcelona el 15 de julio de 2003.

Su novela Los detectives salvajes fue premiada en 1998, año de su publicación, con el Premio Herralde de Novela, y un año después recibió el Premio Rómulo Gallegos. Dividida en tres partes, la segunda de las cuales es la más importante, cuenta la historia de dos poetas, Arturo Belano y Ulises Lima, que forman parte de una corriente literaria llamada Realismo Visceral en honor al estilo de la escritora mexicana Cesárea Tinajero, desaparecida en México en los años anteriores a la Revolución y a la cual no conocen. El afán de conocer la obra de esta poetisa los lleva a emprender un viaje que se prolongará durante veinte años, viaje que se encarga de narrar la segunda parte, durante el cual habrá amores y muertes, apariciones y desapariciones.
Ulises Lima había fundado la revista Lee Harvey Oswald, que logró financiar gracias a sus ocasionales ventas de marihuana. Todos los poetas del grupo tienen una mentalidad muy similar con respecto a la literatura: se muestran en contra del poder dominante de la literatura mexicana, que tenía a Octavio Paz como figura ejemplar. Son, pues, un tipo de vanguardia muy especial, similar a la corriente infrarrealista que creó el autor de la novela. Uno de sus pasatiempos favoritos es el de entrar en las librerías y robar ejemplares de poesía a montones, y luego devorarlos en lecturas reflexivas.
Esta novela, que consta de una polifonía considerable, está dividida en tres partes, de las cuales la primera y la última narran una historia cronológicamente lineal: se trata del diario de Juan García Madero, un estudiante del primer semestre de Derecho que quería estudiar Letras, de dieciséis años, que al empezar la novela ha sido recién invitado al grupo de los poetas viscerales, entre los cuales se encuentran las hermanas Font.
La segunda parte, y la más compleja de las tres, narra el viaje que han emprendido Arturo Belano y Ulises Lima, y lo hace de un modo muy especial: no hay un narrador, ni siquiera se puede apreciar una voz superior detrás de todas las escenas, sino que múltiples testimonios se entrecruzan y cuentan una parte de la historia, la parte que cada uno ha vivido en relación con los protagonistas. Es decir: los protagonistas, pese a ser tales, aparecen de un modo indirecto, y es uno de los mejores hallazgos del autor en esta novela. Los acontecimientos se suceden de un modo muy extraño, porque sólo son entrevistas con personas que han mantenido contacto con los poetas desaparecidos. Así se teje una trama narrativa de difícil elaboración, que requiere una lectura pausada para ser comprendida.
Una obra dura, como dicen muchos tipos de lectores, pero formada como el mecanismo de un reloj suizo, a la cual merece la pena asomarse. Hay críticos que han relacionado el estilo literario de esta novela con la famosa Rayuela de Cortázar, y quizás tengan razón.

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