Diosa de Papel (XXVIII Aparecida)

   Sé que te parece muy riesgoso dejar un testigo, pero ya es demasiado tarde. Le he dicho todo a la policía.

Diosa de Papel (XXVIII Aparecida)
Diosa de Papel (XXVIII Aparecida)

     —Me has traicionado. ¡Judas!

     —Eres una asesina y debes pagar por eso.

     —¡Y tú por tu traición!

     Se lanza contra el sacerdote empujándolo al precipicio sin tiempo de reaccionar. El grito del sacerdote produce un eco que resuena por los rincones de la parroquia. Un golpe sordo al contacto con el suelo acaba con la vida de él. Tirado sin vida, mientras en lo alto en el campanario, la mujer con cabellera suelta que el viento revoloteaba.

45.

     La ciudad amanecía ruidosa y con calor. Nora y Lucero desayunan en el comedor de su departamento.

     —No puedo creer que haya sucedido de esa manera —comenta nerviosa la modelo.

     —Sé que es una manera muy cruel de cortarle la vida a una jovencita —comenta la detective. —Pero cálmate, estas muy nerviosa. Definitivamente que bueno que decidiste ser modelo, porque de detective estarías hecha un nervio entero.

      —Es que esa forma de asesinar. No puede ser —Nora se levanta de su asiento y sale apresurada del comedor.

     —Nora, espera.

46.

     Josué Balbuena revisaba unos documentos sobre su escritorio. Llega hasta él dejando la puerta abierta el agente Osorio, con más documentos dejándolos encima del escritorio.

     —¿Qué es esto? —cuestiona el comandante.

     —Léalos, Comandante. Se va a ir de espaldas.

     —¿De qué se trata?

     —Son los resultados del estudio que se le realizó al arma homicida con la que asesinaron a Mónica Figueroa, la muchacha del pueblo.

     Josué lee en silencio los documentos tornándose su rostro en sorpresa.

     —Esto es imposible.

     —Ahí lo dice claramente. Las huellas digitales encontradas en el arma pertenecen a ella.

     —Kenny Doria está muerta.

     —Comandante, ¿usted cree que el alma de esa asesina ronda sin descanso?

     Llega corriendo hasta ellos, Nora. Asomando angustia.

     —¡Comandante! Kenny está viva. 

47.

Anabel se encontraba en su casa, recostada sobre el sofá, descansando de un largo día de trabajo. De pronto un ruido extraño la hizo ponerse en alerta, tenía temor a algo, pero no sabía distinguir a que debía temer. El teléfono timbra insistente, ella observa el aparato sonar, no hace nada por contestar, solo dejo que la grabadora automática se activara. Escucha su propia voz salir del aparato.

                                                     “En este momento no puedo atenderte,

déjame tu mensaje”

El rostro de la modelo cambia totalmente al escuchar en la grabadora la voz de Kenny Doria.

“¡Maldita perra!, no te escaparas de mi. Todos los que me hicieron daño se van a arrepentir.” 

Como impulsada por un resorte Anabel se incorpora del sofá, siente que por su espalda recorre un escalofrío inmenso, obligándola a abrazarse con sus propios brazos.

La puerta se abre repentinamente de un golpe, la imagen andrajosa de Kenny Doria domina la escena, el celular que lleva en su mano derecha cae al suelo. El rostro de Anabel se transfigura por la impresión.

—¡Vete de aquí, Kenny!

Doria hace caso omiso de la advertencia llena de miedo que lanza Anabel. Kenny camina lento acercándose a ella. Deleitándose con el susto que imponía a su adversaria.    

Continuará…

 

 

 

 

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