Diosa de Papel (XXII Inmortal)

Diosa de Papel (XXII Inmortal)
Diosa de Papel (XXII Inmortal)

 

 

 

34.

Los pacientes de la clínica sentados en un amplio comedor, vigilados por enfermeras. Todos comen menos Kenny que observa a los ojos a la enfermera más próxima. La enfermera hace un gesto al percibir el fuerte olor a gas. Kenny se pone de pie sonriendo con la caja de cerillos en la mano.

     —Hay una fuga de gas —grita preocupada la enfermera. —¡No lo hagas, Kenny!

     El grito de la enfermera se ahoga al momento en que Kenny enciende el cerillo produciendo al instante una resonante explosión. Los cristales de las ventanas salen volando asomándose el fuego por ellas. Los cuerpos de los pacientes vuelan por doquier envueltos en una onda expansiva que los azota contra las paredes y las mesas y muebles se vuelven armas mortales en el espacio abierto contra los humanos que gritan y sangran, entre las llamas del fuego.

35.

     Los bomberos tratan de extinguir el fuego, la policía vigila e investiga los hechos. Las víctimas salen en camillas cubiertos totalmente en sacos negros. Un automóvil se estaciona descendiendo el Doctor Palmer a toda prisa, reuniéndose junto al Comandante Balbuena que cubría el caso.

     —¿Qué le sucedió a mi clínica? —desesperado el doctor.

     —Se produjo una explosión. Doctor Palmer.

     —¿Y los pacientes?

     —No hay sobrevivientes.

     —¡Dios mío! Es una tragedia.

     Son sorprendidos por la reportera y su camarógrafo que llegan ante ellos.

     —El destino ha hecho que nos volvamos a encontrar, Comandante —sonríe la reportera.

     —Por desgracia —revira Josué.

     —¿Cuáles fueron las causas de la explosión?

     —Aún no lo sabemos.

     —¿Existen sobrevivientes? —pregunta la reportera.

     —Desgraciadamente, no.

     La reportera hace una seña a su camarógrafo para que deje de grabar.

     —Entonces. Kenny Doria también murió.

     —Así es reportera. Ya tiene una historia llena de morbo para cubrir su noticiero.

36.

     La mañana era tranquila. Nora sale de su trabajo con las llaves del auto en su mano. La reportera y el camarógrafo la acosan con preguntas obligándola a detenerse.

     —Señorita Nora Echevarria. ¿Le ha afectado la muerte de su amiga, Kenny Doria?

     —No tengo nada que decirle —trata de ignorarlos.

     —Creo que le vino muy bien. Ahora conduce el automóvil de la difunta.

     —¡Ya basta de Kenny! ¡Ya basta de preguntas!

     Apresurada sube al automóvil rojo, dejando a los reporteros sobre la banqueta. Conduce observándolos por el espejo retrovisor.

     —Estúpida reportera. Todos me relacionan con Kenny Doria. Ahora soy yo. Soy la mejor.

     Sin descuidar el volante toma un cigarrillo de la cajetilla, lo enciende y suelta el humo lentamente.

     —Pobre Kenny. Tal vez fue mejor así.

     Entra en su departamento cerrando la puerta por dentro. Tira las llaves sobre el sofá dirigiéndose a la habitación que pertenecía a Kenny. Observa las cosas de su amiga finada.  Se sienta frente al espejo, toma un cepillo y lo pasa por su cabellera, se mira a los ojos en el espejo.

     —Linda, niña linda.

Continuara…

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