Diosa de Papel (XVI Descubrimiento macabro)

Diosa de Papel (XVI Descubrimiento macabro).
 

     —Aquí no van a encontrar nada. —molesta Kenny.

     —Yo diría que mucho —reta la reportera—. Allá afuera encontramos un reloj, lleva grabadas las iníciales S. B. del señor Sergio Blasco.

     La reportera muestra el reloj como si fuera un trofeo.

     —En hipótesis —continua la reportera—, el señor Blasco asesinó a su madre, pero… ¿Quién lo asesinó a él?… ¡Ah! Una venganza, la única sospechosa… usted.

     —Solo dice estupideces. —insulta Doria.

     —No se altere, es solo una hipótesis. La duda es, si usted amaba a Sergio Blasco, ¿se atrevería a matarlo?

     —¡Yo no asesiné a nadie!

     —Vamos Kenny. ¿Usted sospecha de alguien en especial?

     —Sí —furiosa Kenny—. Usted es una sospechosa.

     La modelo a prisa avanza hacia su auto, deteniéndola la voz de la reportera.

     —Kenny. Usted sabe más sobre el asunto. ¿Por qué lo oculta? ¿A quién protege?

     —Limítese a su noticiero de quinta. Esas preguntas le corresponden a la policía. Retírense cuanto antes de esta propiedad.

     Kenny aborda furiosa a su auto, alejándose de ahí.

     Los trabajadores de la televisión avanzan a su automóvil guardando sus instrumentos de trabajo.

     —Mientras más nos acercamos a la verdad, más se complican las cosas. —comenta la reportera.

     —Ya verás que con esto sacaremos la mejor noticia del mes. —anima el camarógrafo.

     —Y lo va a ser. Daremos con el asesino antes que la policía.

     Ambos comparten sonrisas maliciosas, mientras el viento envuelve ligeramente los cabellos de la mujer. El teléfono móvil de la reportera suena insistente, la mujer contesta de inmediato.

     —Hola —contesta el aparato la reportera—. ¡No puede ser!

25.

     Josué Balbuena en pie frente a la ventana de su oficina, observa hacia la calle, en esa planta del tercer piso medita al vacio. La pérdida de su compañero a pesado hondo.

     Sentado frente al escritorio, el Agente Osorio leía los documentos de los resultados periciales.

     —Se trataba de la actriz Antonia Dicasa  y su prometido—. Comenta Osorio—.   Todos pensaron que habían huido juntos para vivir su romance. Hasta yo me creí esa historia.

     —Y ya ves donde estaban… bajo tierra—el Comandante gira para ver a su compañero—. La tercera víctima se presume que se trata de Susana Vialloti, la mujer más bella de todo el continente, aunque faltan detalles para confirmar esa identidad. Vialloti desapareció en éste país cuando estaba de gira en un certamen de belleza.

     —Esta noticia no tardará en darle la vuelta al mundo. —manifiesta Osorio—. Un cementerio con personalidades tan encumbradas como huéspedes.

     —Todo se tomará bajo reserva.

     —Ya sabe como es esa gente. —un poco nervioso el Agente—. A los reporteros no se les escapa ni un solo suceso.

     —Lo arruinarían todo si lo divulgan antes de tiempo.

     —Ya es un poco tarde, Comandante.

 

26.

     Sólo el automóvil en el que viajaban los reporteros, circula por la carretera del bosque.

     —El descubrimiento fue muy cerca de la casa de la difunta Renata Doria y eso nos lelvara a más pistas de las que pensamos —aclara la reportera mientras conducía.

     —Tres cadáveres en putrefacción y un agente policial asesinado. Esto es noticia de ocho —sonríe el camarógrafo.

 Continuara…

 

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