Cartas de célebres 6

Richard Wagner a Matilde Wesendock

Richard Wagner conoció a Mathilde Wesendock en el año 1852.
Ambos se encontraban casados. Wagner lo estaba con Minna Planer, que siempre se encontraba en estado depresivo. Mathilde con un poderoso comerciante de la época (Otto Wesendock), quien prestó al matrimonio Wagner el Asylum, una casa de campo ubicada cerca de Zurich.
Con el correr del tiempo Mathilde se convirtió en el amor imposible de Wagner, y ella habría inspirado, según algunos biógrafos, el extenso drama musical Tristan e Isolda. Este romance fracasado también dejó su huella en las Wesendock Lieder, obras para voz y orquestas de Wagner sobre cinco poemas de Mathilde.

“¡No dos seres vivientes: una misma materia divina para la eternidad!”

Venecia, 1 de enero de 1859.
¡No! ¡No te arrepientas nunca de aquellas caricias con que embelleciste mi pobre vida! ¡No conocía estas flores deliciosas que brotan del suelo purísimo del más noble amor! Lo que soñé como poeta tuvo que realizarse alguna vez tan maravillosamente, este rocío deliberado que reconforta suavemente y transfigura tuvo que caer alguna vez sobre el suelo vulgar de mi existencia terrestre. No lo había esperado nunca, y sin embargo es como si lo hubiera sabido. Ahora estoy ennoblecido: he sido elevado al supremo rango. Sobre tu corazón, en tus ojos, entes labios, fui liberado del mundo (…) Así adornaron, en tiempo lejanos, el cadáver del héroe antes de convertirlo en cenizas divinas, en esa tumba de llamas y fragancias se precipito la amante para unir sus cenizas con las del amado. ¡Entonces fueron uno! ¡Un solo elemento! ¡No dos seres vivientes: una misma materia divina para la eternidad!
¡No! ¡Nunca te arrepientas! ¡Aquellas llamas ardieron luminosas, puras y claras!
Richard Wagner

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